miércoles, 27 de octubre de 2010

Memorias de mi juventud 4

Hay momentos en la vida en los que una persona frena su ajetreado tren de vida y parada en cualquier sitio se pone a pensar...si, a pensar.

Ese lapso temporal se hace tan largo como puede llegar a hacerse el deseo, el temor, la ilusión, el remordimiento, la esperanza, el desengaño, la desilusión, el enfado o el amor. A menudo, todo junto y en una maraña inseparable e indisoluble. En esos instantes muchas cosas pasan por su cabeza, pero normalmente su pasado más reciente.

Se acuerda de las cosas que hacía, de las cosas que vivía. De las cosas que experimentaba. Muchas cosas las hizo arrastrada por otras personas. Otras las hizo por propia iniciativa. Descubrió lo bueno de la vida, y también jugó con la línea que separa lo prohibido de lo socialmente aceptado.
 
Recordó la gente que conoció. Mucha gente que luego se convirtió en inseparable y otra que desearía no haber conocido. Algunas personas contadas por las que daría cualquier cosa. Algunas personas que le hicieron daño.

Con el tiempo aprendió a valorar su individualidad y a no dejarse arrastrar por la masa. A tener voluntad propia para elegir su propio camino, a decir NO a las cosas que no quería hacer, a hacer caso a su sentido común; también aprendió hasta donde confiar en el resto de la gente. Pero lo más importante es que ahora sabe que siempre tendrá al menos un fiel amigo detrás que la apoyará en todo lo que haga.

La persona sale por un momento de su ensimismamiento. Está deseosa, con miedo, ilusionada, arrepentida, desencantada, un ligero brillo pasa de vez en cuando por sus ojos, pero a la vez se la ve indecisa, enojada. Sabe que no puede pasarse la vida en esa situación. Se asoma al espejo y no sabe qué pasiones la dominan.
Esta indecisión hace que surja el lado payaso que todos tenemos dentro y que muchas veces pugna por salir. Piensa y posiblemente hace tonterías de las que más tarde se arrepentirá.

El tiempo pasa. A veces recuerda todo lo que sufrió y las estupideces por las que sufrió. Otras recuerda los dulces momentos de cuando flotaba por las nubes en compañía de aquella persona tan especial.
Su mente es un collage de cosas buenas que pasaron juntos. Detalles que hicieron que fueran felices, que una sonrisa tonta tomara por asalto sus caras.
En esos momentos, esa persona se siente sola, vacía. Da igual que esté rodeada de gente.
El mundo se le ha echado de repente encima de sus hombros. Como un niño pequeño, necesita la protección y el cariño de una madre, desea un poco de calor humano y comprensión.
Aún con la cabeza hecha un lío, decide volver a intentarlo. Decide darse y darle otra oportunidad. Utilizará las armas de siempre, pero dispuesta a cambiar de armas si fuera necesario.
Necesita volver. Sabe que las cosas se pueden arreglar. Se decide a hablar. Se decide a sacar algo en limpio. Necesita saber que siguen queriéndose. Pese a todo. Pese a nada. Desea ver la sonrisa de la otra persona de nuevo.
Desea averiguar por qué . Por qué terminaron las cosas como lo hicieron. Por qué se comportaron como niños pequeños. Por qué no han hablado en todos estos días. Por qué ponen trabas estúpidas al amor que todavía anida en sus corazones.
Y hablar da sus frutos.Con nostalgia vuelven a recordar los viejos tiempos, cuando empezaron su amistad.

Pepe.


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